Capitulo: 3 Ambito: 2, Comunicación. Nucleo de aprendizaje:Lenguaje verbal. Objetivo general: Iniciarse en la comunicación y aprender a leer. LAS VOCALES:
Esta entradacorrespondesegunlas bases curricularesde la educacion a: Capitulo:3 Ambito:1, Formacion personal y social. Nucleodeaprendizaje:Autonomia. Obejetivo general:Limpieza e higienedelcuerpo, ejemploir solo albaño, peinarse, lavarselosdientes, manos etc. A continuaciondejo 2 videos decomo y cuandolavarselosdientes.
Aprendizaje esperado: Socialización con los demas niños, compartir e interactuar.
El Gorro de Lana.
Un gorro de lana
te mandé a tejer
para el puro invierno
que vinó a caer.
Tú me lo tejiste
Con falsa pasión
se destiñó, se destiñó
con la lluvia que cayó
se destiñó, se destiñó
igual que tu cariño.
Siete ovejas blancas
Te dí pa' esquilar
y después la lana
te mandé a lavar.
Tú te descuidaste
en forma fatal
se la llevó, se la llevó,
la corriente del canal
se la llevó, se la llevó,
igual que tú cariño.
Desatá la lancha
Me voy pa' Quellón
échame la jarra
y echa el acordeón
ya no quiero penas
ni falsa pasión
voy pa' Quellón, voy pa' Quellón
en busca de un nuevo amor
voy pa' Quellón, voy pa' Quellón,
No quiero tú cariño.
Alicia va en el coche.
Alicia va en el coche, Carolín Alicia va en el coche, Carolín A ver a su papá Carolín Ca Cao Leo Lao A ver a su papá Carolín Ca Cao Leo Lao Qué lindo pelo lleva, Carolín Qué lindo pelo lleva, Carolín Quién se lo peinará Carolín Ca Cao Leo Lao Quién se lo peinará Carolín Ca Cao Leo Lao. Se lo peina su tía, Carolín Se lo peina su tía, Carolín Con peine de cristal Carolín Ca Cao Leo Lao Con peine de cristal Carolín Ca Cao Leo Lao.
Las manitos.
Las manitos las manitos ¿donde estan? aqui estan ellas se saludan ellas se saludan y se van y se van.
Objetivo general:Comunicar sensasiones, vivencias, emociones, sentimientos, necesidades, acontecimientos y e ideas a traves de del uso progresivo y adecuado del lenguaje no verbal y verbal.
El gigante come-nuves.
Sopo era un gigante enorme, el más grande que haya habido nunca. Podía beberse un río hasta dejarlo seco, o tomar como ensalada todo un bosque. Y sin duda, su golosina preferida eran las nubes del cielo, frescas y esponjosas, de las que llegaba a comerse tantas que casi siempre acababa empachado, con tales dolores de barriga que terminaba por llorar, provocando entonces grandes riadas e inundaciones.
Sopo vivía tranquilo y a su aire, sin miedo de nada ni nadie, yendo y viniendo por donde quería. Pero a pesar de eso no era feliz: no tenía ni un sólo amigo. Y es que cada vez que el gigante visitaba un país, todo eran problemas: con las nubes que comía Sopo desaparecían las lluvias para los campos, y con sus empachos y sus llantos todo se inundaba, por no hablar de todos los bosques y granjas que llegaba a vaciar... En fin, que al verle todos huían aterrados, y nunca consiguió Sopo compartir un ratito con nadie.
Una noche, al verle llorar, varias estrellas se acercaron a preguntarle la razón de su tristeza. Al escuchar su historia, comentaron: - Pobre gigante. No sabe buscar amigos. Pues la Tierra es el planeta más especial que existe, y está lleno de amigos de todas las clases.- Pero, ¿dónde se pueden buscar amigos? ¿cómo se hace eso? - replicó el gigante.- Echándoles una mano o haciendo cualquier cosa por ellos. Eso es lo que hacen los amigos, ¿es que no lo sabes? - repondieron divertidas- Vaya- suspiró Sopo- pues no se me ocurre nada. ¿Vosotras qué hicisteis para conseguir amigos?- Aprendimos a mostrar el camino en la noche y servimos de guía a muchos navegantes. Son unos amigos estupendos, que nos cuentan historias y nos hacen compañía cada noche.
Así., el gigante y las estrellas siguieron charlando un rato, y durante los días siguientes Sopo no pensó en otra cosa que no fuera en encontrar una forma de buscar amigos. Pero no veía el modo de conseguirlo. Algunos días después, fue a pedirle ayuda a la Luna. Ésta, vieja y sabia, le respondió: - No sabrás cómo hacer algo por alguien hasta que le conozcas bien. ¿Qué sabes de esos que quieres que sean tus amigos? Sopo se quedó pensativo, porque realmente apenas sabía nada de los hombres. Eran tan pequeños que nunca se había preocupado.Entonces se propuso averiguarlo todo, y dedicó largos días a observar las diminutas vidas de la gente. Y así fue como descubrió por qué todos huían al verle, y se enteró de las sequías que provocaba con sus comilonas de nubes, y de las inundaciones que provocaban sus llantos, y de mil cosas más que le llenaron de pena y alegría.Aquella noche, el gigante corrió a saludar a las estrellas. - Ya sé cómo buscaré amigos.... ¡¡comiendo y llorando!!
Y así fue. Desde aquel día, Sopo vigilaba los cielos, y allí donde se preparaban enormes tormentas, se deba un buen atracón de nubes; y luego marchaba a llorar un rato allá donde veía que faltaba el agua. En muy poco tiempo, Sopo pasó de ser lo peor que le podia ocurrirle a un país, a convertirse en una bendición para todo el mundo, y ya nunca faltó un buen amigo que quisiera dedicarle un ratito, escucharle o hacerle un favor.
FIN...
Genio chapuzas.
Hubo una vez un genio, de esos que salía de lámparas maravillosas concediendo deseos, que se hizo tristemente famoso por sus chapuzas. Cada vez que alguien frotaba la lámpara, y el salía a responder "¿Qué deseas?", surgía una gran nube de humo y volaban cientos de cosas por los aires. Y si alguno de sus amos quedaba con ganas de pedir un deseo, al concedérselo, el regalo salía entre una nube de porquería y cubierto de polvo.Tantas y tan penosas eran sus chapuzas, que nadie deseaba tener un genio así. Su lámpara terminó sirviendo sólo para dar patadas, como un bote cualquiera, y el genio estuvo años sin salir, triste y deprimido. Hasta que un niño solitario encontró la lámpara y pudo escuchar los lamentos del genio. Entonces decidió hacerse su amigo, y su único deseo fue poder entrar y salir de la lámpara para estar con él. Éste se mostró encantado, pero en cuanto el niño puso el pie en la lámpara, comprendió el problema de aquel genio chapuzas. No es que fuera un mal genio, ¡es que no podía ser más desordenado! Todo estaba tirado por cualquier sitio, sin importar si se trataba de joyas o libros, barcos, o camellos, y se notaba que no había pasado un plumero en años. Como era un genio, tenía de todo, y como la lámpara también era pequeña, estaba todo tan apretujado que era normal que saltara por los aires en cuanto se movía la lámpara y el genio trataba de conseguir algo. El niño se llevó las manos a la cabeza, y el genio se excusó diciendo que el trabajo de un genio era muy importante y no tenía tiempo para esas cosas, Pero su amigo, que recordaba los buenos consejos de su madre, le explicó que cuanto más importante fuese su trabajo, más orden debía guardar con todas sus cosas, y juntos se dedicaron a dar un buen repaso a la lámpara. Les llevó unos cuantos días, pero al terminar, todo estaba reluciente y cada cosa tenía su sitio especial. Resultaba facilísimo encontrar cualquier regalo y cogerlo sin romper nada. Así, el genio volvió a ser admirado y respetado por todos, y aprendió que nada grande puede llegar a conseguirse sin tener orden y limpieza con cada cosa pequeña.